Mientras muchos escriben aún sus
deseos por materializar en este nuevo año, pienso y anhelo una nueva Venezuela
resurgiendo desde el caos. Numerológicamente 2017, suma en su interior una
cifra hermosa 10; el principio (1) y el fin (0) y, si hacemos abstracción a un
solo dígito este será la unidad (1) el momento de resurgir del marasmo en el
que se encuentra nuestro país.
Idear una Venezuela 3.0, significa
concebirla como un nuevo proyecto de país, que ha pasado por dos etapas previas,
si lo queremos resumir de manera sencilla y rápida. La Venezuela 1.0, etapa de
40 años de verdadera democracia pese a sus errores conceptuales y materiales;
que dio paso sin querer y conocer la hecatombe que se vive en la Venezuela 2.0,
y que no es más que un Estado de pseudo democracia, convertido en un aparataje
socialista –quizás más bien comunista- que pocos entienden de servicio al
pueblo pero si del reparto de la riqueza (o lo que queda de ella) en pocas
manos.
La Venezuela 3.0, no es más que un
proyecto de país, realizable y sustentable donde se le dé verdadera importancia
al orden social y económico por encima del político. Un verdadero país de
inclusión donde sus gerentes estén condicionados a la prestación de servicios
productivos, de crecimiento y desarrollo. Donde por ética y moral se eliminen
para siempre los “ellos” y “nosotros”.
Bien, pero los deseos no se
materializan sin acción. Es necesario desde cada instancia, cada lugar, cada pensamiento
y cada sentir poner a trabajar el recurso más valioso que tenemos para sacar
adelante un nuevo proyecto de país o una Venezuela 3.0; sin el curso del
talento humano, ingrediente fundamental de operatividad productiva no se
logrará nada y corremos el riesgo que siga floreciendo la semilla del ente
gubernamental parasitario y el conformismo de una clase social improductiva.
La Venezuela 2.0 de la era socialista
tiene una enorme deuda social inmanejable, inauditable y en consecuencia
impagable con un pueblo que muere a mengua por la escasez de alimentos,
medicinas entre otros. Cierra un ciclo en 2016 con la inflación más alta de
Latinoamérica por encima del 700 % que luego se encargarán de maquillar o nunca
aparecerá en el Banco Central de Venezuela la cifra real.
Tenemos básicamente dos recursos
valiosos para emprender un trabajo tesonero que nos lleve a lo “posible”, por
un lado somos el país número uno con las reservas de petróleo más grandes del
mundo; 298 mil millones de barriles y por el otro, contamos a pesar de la
diáspora intelectual con el talento humano formado en las mejores universidades
de Venezuela.
En la migración hacia la Venezuela
3.0, atravesamos tiempos de cambio. Sin embargo, a diferencia de otras épocas,
donde el cambio daba lugar a un período de estabilidad, actualmente es el cambio en sí mismo
quien aparece como el único elemento permanente. Pues bien, dentro de las
competencias del talento humano venezolano, tanto en el sector público como en
el privado, ya no basta que éste pueda anticiparse y adaptarse al
cambio, sino que tiene que ser capaz de "vivir
en el cambio", lo cual marca una diferencia apreciable.
Esta competencia, imprescindible en la
actualidad, implica la
necesidad de contar con otras aptitudes que le permitan
desenvolverse con éxito, como la capacidad de innovación y la creatividad, las
cuales marcan una diferencia, ya que el talento humano debe necesariamente
pensar más allá de los paradigmas instalados por los éxitos del pasado.
En consecuencia, la velocidad de los cambios exige
contar con una mayor capacidad para
aprender y adaptarse rápidamente a las novedades, concebir los negocios
de una manera diferente y abandonar la denominada "zona de confort de la
Venezuela 2.0", la cual implica abandonar la tendencia a repetir aquellas
estrategias que no dieron resultados en otros tiempos.
Otra
competencia fundamental que aparece en este contexto se relaciona con el cambio de estilo en el liderazgo y la
gestión de personas, donde el talento humano debe transformarse en un
verdadero coach de su equipo de
trabajo. Para completar este set de competencias aparece otra, fundamental para
los ejecutivos de la Venezuela 3.0, que es la capacidad de autorreflexión y autodiagnóstico, la cual le permita
tener una mirada profunda de sí mismos, identificar sus fortalezas y sus áreas
de desarrollo, conocer sus capacidades y limitaciones en los roles que le
tocan.
Solo se trata de reordenar y
reorientar la casa, no de salir de tajo del modelo rentista petrolero ni de
eliminar las obras sociales; lo lógico en este país rico en recursos humanos y
minerales, es que se instrumente unas medidas sociales y económicas serias
acordes a un nuevo proceso productivo, el crear nueva riqueza.
Todo ello pasa por asentar el nuevo
modelo, en una triada basada en el Trabajo- Constancia-Honestidad, desmontando
el viejo esquema de la Venezuela 2.0 sustentado por el
conformismo-parasitismo-corrupción. Si queremos repensar y reconstruir este
país hermoso, ya es hora de dejar la flojera, dar el 100% de nuestras
capacidades y poner a funcionar la mente. Al nuevo Estado solo le competirán
funciones básicas como la seguridad, salud y educación, todas las demás
competencias productivas deben descansar en manos de la gente preparada y de la
iniciativa corporativa.
La situación actual no solo
desconcierta, sino que desespera a la ciudadanía porque ha implicado la
destrucción de su sistema de vida, de su seguridad, incluyendo la
vulnerabilidad a derechos humanos básicos como lo son el derecho a la vida, la
alimentación y la salud. Debemos por
consiguiente impulsar los mecanismos para rescatar valores y derechos
fundamentales del venezolano, nacimos para ser “felices” no perfectos.
Estatización y controles han
provocado mayores males al venezolano, circunstancias que deben ser erradicadas
con trabajo productivo para que haga caer el velo de la no rectificación del
Estado en conducir al país a puerto seguro, que genere confianza en
instituciones autónomas para que legislen y regulen en materia de real
confianza y seguridad y, que finalmente enrumben hacia un crecimiento y
desarrollo sustentable, superando la caída de más del 10% del PIB que ha traído
como consecuencia la actual y abrumadora escasez de productos y servicios.
Todo es posible, incluso una
Venezuela 3.0, incluyente, productiva y justa en el reparto de su riqueza. Y la
conseguiremos erradicando no a un mal gobierno como este, sino al gobierno del
mal. Saldremos del caos porque a pesar de las desilusiones y de las muchas
heridas recibidas, los VENEZOLANOS seguimos luchando de corazón.
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